San Juan: Memoria y sabor

 

Fotografía por Abril Macías.


El arte contemporáneo y el sabor en la obra de Martina Miño Pérez


 

Son pocas las veces que encontramos exposiciones de arte que utilizan el sabor como parte de su ejercicio artístico. La gastronomía, un campo sobre el que constantemente se debate si califica como un arte o no, se ha mantenido alejada de las salas de los museos. Sin embargo, los artistas contemporáneos exploran cada vez más el gusto como una herramienta narrativa. Este es el caso de Martina Miño Pérez y su exposición en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC), Escrito en hielo: Memorias comestibles de San Juan. Recuerdo, espacio, identidad, historia, vínculo, habitar, sabor, intercambio son algunas de las palabras clave de esta intervención en San Juan, el icónico barrio de Quito en el que se encuentra el CAC. “Escrito en hielo” busca reflexionar en torno a la memoria barrial a través del sabor, indagando en las historias e identidades de los vecinos y transformado este conocimiento en -nada más y nada menos que- sabores de helado. La obra se transforma en acción a través de un carrito de helados que contiene seis “sabores de memorias'', el cual es desplazado entre el museo y el barrio para que los vecinos degusten. 

Fotografía por Abril Macías.

La artista, cocinera, y autora de la exposición, Martina Miño Pérez, construye obras comestibles que se contraponen a la jerarquía de los sentidos en el arte contemporáneo, el cual a menudo recae en elementos visuales y auditivos, mientras que deja de lado lo gustativo y olfativo. Indaga en cómo los alimentos más allá de mantener nuestros cuerpos biológicamente, también sujetan un sinnúmero de valores culturales, sociales, ecológicos y políticos. Para Martina, comer además de ser una necesidad o un placer, puede ser un portal; una extracción o abstracción de la memoria. Sus obras buscan promover lo que el filósofo Yasaman Sheri denomina la “sensorialidad común”, la cual funciona como potenciadora democrática en la interpretación del arte, y abre oportunidades para aceptar y reconocer la diversidad y la diferencia a través del acto común de comer. Consecuentemente, ella crea instalaciones comestibles para sostener interacciones y encuentros entre las audiencias a través de la ingestión. Sus obras no son objetos, son escenarios que buscan generar experiencias sensoriales en las personas y con las personas. En Escrito en hielo: Memorias comestibles de San Juan, los helados son representaciones metafóricas de la naturaleza efímera y temporal de la memoria y, simultáneamente, son un vehículo para apelar a la sensorialidad común y generar un intercambio y reflexión alrededor de los sentimientos colectivos del barrio a través del tiempo. 

Fotografías de Martina Miño.

Para la creación de Escrito en hielo, Miño se acercó a distintas figuras importantes del barrio, como dirigentes de organizaciones barriales y emprendedores, para entrevistarlos e investigar sobre la historia de San Juan y sus habitantes. A lo largo de varios encuentros, indagó en la relación personal de los entrevistados con el barrio. Sus recuerdos, retos, e incluso expectativas, fueron representados a través de los sabores que los vecinos identificaban con sus vivencias y sentimientos. Estos sabores fueron convertidos en seis helados-memorias. Por ejemplo, coco, chillangua, chirarán, orégano y membrillo son los ingredientes del helado de Digna Barcia, dirigente barrial. El sabor fue conceptualizado en base a su dirigencia, victorias y retos. Para Digna, la victoria sabe a encocado esmeraldeño, por lo que el sabor predominante del helado es una versión dulce de este plato tradicional, aromatizado con hierbas de la costa como el chirarán y la chillangua. Tiene un centro líquido muy ácido de jalea de membrillo que representa lo agridulce de la resistencia. Por otro lado, el helado inspirado en las memorias de la Dra. Olga Serrano, activista barrial, es de mora y guanábana. Durante la presidencia de Gustavo Noboa en el 2001, el edificio del Antiguo Hospital Militar (actual CAC) iba a ser dado a la confraternidad carcelaria para ser convertido en penal. Fueron cuatro años de lucha con gran miedo y desesperación entre los vecinos. La Dra. Serrano en ese entonces era la presidenta del “Comité prodefensa del Antiguo Hospital Militar”. Los vecinos se dieron cuenta que se había levantado de la noche a la mañana un muro enorme de concreto y acero para empezar a construir el penal. Una noche, los vecinos se organizaron, llevaron materiales y cables y botaron el muro. Esto por fin llamó la atención de las autoridades y para los vecinos fue una victoria. Al final el edificio fue entregado a la FONSAL y los vecinos recuperaron la seguridad y paz. Olga eligió la mora, un sabor que le desagrada, para representar el miedo de perder su barrio. En cambio, la guanábana representa paz y tranquilidad después de años de lucha. Además, el color blanco remite estos sentimientos. Estos sabores son el resultado de un ejercicio realizado entre Miño y los vecinos de San Juan para convertir sentimientos y memorias en objetos gustativos y olfativos, son una manera de utilizar lo sensorial, más allá de lo visual, para construir una narrativa. 

Visita la exposición Escrito en hielo: Memorias comestibles de San Juan en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (entrada libre). La exposición cuenta con las recreaciones de los helados, documentación en video de las acciones barriales donde los vecinos los degustan, un recetario de memorias y el carrito de helados. Además, la exposición ofrecerá cuatro eventos durante los cuales las personas podrán degustar los helados-memorias de San Juan. Para más información sobre cómo acceder a la exposición y las degustaciones visita http://www.centrodeartecontemporaneo.gob.ec o comunícate con Martina Miño Pérez a través de su IG @mar.de.la.


 

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Abril Macías