Una breve historia de las tortillas ecuatorianas
Una colaboración de Santiago Pazos Carrillo
Las tortillas, explained
Por muchos años me dediqué a impartir clases de gastronomía. En una ocasión, después de una sesión sobre las tortillas de la cocina ecuatoriana les dije: “Señores y señoras, deben recordar que al inicio del semestre les indiqué que esta materia trata sobre las cocinas tradicionales ecuatorianas; esto quiere decir que primero debemos tener claro que el sabor, aroma y textura de los alimentos son lo más importante y luego la decoración. También les menciono que todo en la cocina está impregnado de historia, pero no solamente aquella que se fija en las fechas, sino la que se encuentra entrelazada por la cotidianidad” –absortos se quedaban, pensativos y, por supuesto, frustrados. Supongo que se imaginaban que ser chef era provocar el asombro a los otros con sus creaciones–.
“En esta sesión hemos visto las tortillas de papa, de maíz y de plátano. Todas las tortillas son redondas, no cuadradas o triangulares, muchas vienen rellenas de queso, son fritas en sartén o tostadas en tiesto, plancha o piedra, otras son aplanadas, pero siempre redondas. Algunas son acompañadas con miel de raspadura y cebolla blanca, con puré de aguacate, con una gran variedad de salsas de ají o sin salsa. En Venezuela y Colombia se las conoce como arepas; mientras tanto, en Ecuador son tortillas, tenemos una variedad exclusiva del país, las bonitísimas, una especie de mini pastelitos de harina de maíz calentado. Por cierto, el estudiante que trajo la harina de maíz crudo para estas tortillas no lo repita de nuevo, solo se puede hacer con la harina calentada”.
Las tortillas son de larga data, tienen orígenes prehispánicos, como del Viejo Mundo. No puedo explicarlo desde su origen más remoto, por el espacio que dispongo, pero si lo voy a hacer desde el siglo XIX. Allá, en la década de 1850 en Quito, sale a la luz el primer libro de cocina, su autor fue el arquitecto Juan Pablo Sanz, entre alguna de sus recetas se encuentra la tortilla de papa o llapingacho:
El agua de color es lo que conocemos actualmente como el achiote, noten el sofrito: “manteca, cebolla, sal, agua de color y pimienta”. Estos son los ingredientes del refrito tradicional, prácticamente no ha cambiado en más de 150 años.
En otro documento, de 1860, aparece otra receta:
¿Tortillas de papa con dulce? Sí, señores y señoras, tortillas de papa de dulce. Es frecuente encontrar en la cocina tradicional este tipo de platos, unos permanecen, otros desaparecen. ¿Pero lo tradicional no se supone que es del pasado? Sí, pero eso no quiere decir que no mute… es normal, la cultura cambia, los sabores cambian, desaparecen o se transforman; pero las formas, las presentaciones, ciertos sabores se quedan, nos hacen pensar cómo eran nuestros antepasados, cómo percibían los alimentos y qué tan distintos o semejantes son para nosotros. Otra receta, de inicios del siglo XX, pero esta es distinta a las actuales:
Las recetas tradicionales han sido transmitidas oralmente de generación en generación, esta es la razón del por qué se dificulta hallar manuscritos y libros antiguos de cocina; sin embargo, existen golpes de suerte, como fue el caso del libro el Manual de la Cocinera de Sanz que, a inicios de nuestro siglo, se re encontró en una biblioteca de la capital. En este manual aparecen bastantes preparaciones alimenticias, como las tortillas, que aún se practican en la actualidad, pero con ligeras modificaciones. Una de estas recetas es la antecesora de los pastelitos de plátano:
Esta misma receta se encuentra en otros manuscritos de cocina, como es el caso de uno de inicios del siglo XX, en donde se describen tres platos:
Dependiendo del gusto de cada cocinera o cocinero, las tortillas vienen rellenas con queso de mesa y pasas. En mi familia, se la realiza de la siguiente manera “Cocine en agua cuatro plátanos maduros con su cáscara (de preferencia de los pequeños o también llamados dominicos; no se sugieren los grandes o barraganetes porque su carne es un poco seca), retire del fuego, escúrralos y pélelos. Maje los plátanos e incorpore una cucharadita de esencia de vainilla. Ralle medio queso de mesa y mézclelo con pasas previamente remojadas y una o dos cucharas de azúcar blanca. Forme los pastelitos (a manera de las tortillas de papa) y rellénelos con la mezcla del queso y las pasas. Fríalos en un sartén por ambos lados y sírvalos acompañados con leche, café negro o chocolate”.
Cabe observar en las recetas mencionadas anteriormente dos aspectos fundamentales:
Cocciones similares: Los pastelitos se hacían mediante cocción directa en un medio líquido (agua), luego se las asaba en fuente y, en la actualidad se las fríe. Además, a mediados del siglo XIX, no existía la tamalera moderna, sino que era una olla o paila con varillas y paja, según como lo describió Sanz –todavía, en algunas partes de la Sierra ecuatoriana, se encuentra este tipo de instrumento culinario–.
Ingredientes dulces: El género principal siempre será el plátano maduro, se evidencia el uso de rellenos (quesos, pasas y azúcar) y la utilización de condimentos dulces (azúcar, raspadura, esencia de vainilla, canela, clavo de olor y vino tinto).
¿Pero existe alguna diferencia entre cocinar en agua o al vapor los plátanos maduros con cáscara?, pues en textura no varía, porque en la cocción en agua no ingresa humedad al alimento, debido a que éste es cocinado con su cáscara, por ende, no cambia su sabor, ni su color. La diferencia radica en el tiempo, cocinar en un medio líquido es mucho más rápido y menos complicado que al vapor.
Los sabores en la receta de Sanz y de los manuscritos proceden de la canela, el clavo de olor y el vino, posiblemente fueron relevantes en la Cocina de la Independencia (1809-1822) y Republicana (siglo XIX); en cambio, los sabores de la receta actual responden a transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas locales o nacionales.
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